Los argumentos de los tres teóricos se basaban en una definición implícita del kitsch como una falsa conciencia, un término marxista que significa una actitud mental presente dentro de las estructuras del capitalismo, que está equivocada en cuanto a sus propios deseos y necesidades. Los rasgos que definen lo kitsch según esta perspectiva son la inoriginalidad o imitación y la pretenciosidad, el «deseo de aparentar ser»; en este sentido, todas las imitaciones y copias son manifestaciones de lo kitsch y el empleo en este tipo de obras de materiales no genuinos, sucedáneos o impropios.